Helmuth Reichel Silva: “Un director joven necesita una orquesta para trabajar y un mentor que lo guíe en sus inicios”
- Luego de cinco años, el destacado director Helmuth Reichel Silva volverá a dirigir la Orquesta Filarmónica de Santiago en el Concierto 5: “West side story, un amor de ciudad”. En esta entrevista, nos habla de su trayectoria, el hilo conductor de este concierto y los próximos desafíos de su carrera.
Antes de comenzar a dirigir orquestas, Helmuth tocó violín. Desde los 5 años, estudió este instrumento en el Conservatorio Nacional de Música de Santiago. Su carrera como director comenzó años después, luego de ser finalista en el Concurso Internacional de Dirección de Besançon. Este hito en su carrera lo llevó a ser invitado por orquestas de diferentes continentes, como Asia, Europa y Sudamérica.
Durante la Temporada 2019, fue invitado para dirigir a la Orquesta Filarmónica de Santiago en un concierto que incluyó piezas de Enrique Soro, Johannes Brahms y Sergei Rachmaninov. El recital marcó su debut en el Municipal de Santiago, lugar donde hoy el director titular y artístico de la Orquesta de la Universidad de Dresden, dirigirá el quinto concierto de este 2024. “West side story, un amor de ciudad” explora obras icónicas y vibrantes de Béla Bartók, Maurice Ravel, George Gershwin y Leonard Bernstein.
¿Cómo fueron tus primeros acercamientos a la música? ¿Pensabas que en algún momento llegarías a donde estás hoy?
Lo más importante para mí fue el apoyo de mis padres. Ambos se preocuparon de enriquecer mi mundo musical, ya sea escuchando música clásica sinfónica y de ópera en casa o acompañándome todas las semanas desde pequeño a mis clases de teoría y de instrumento. Con 14 años tomé la decisión natural de continuar con la música de forma profesional después de terminar la escuela. Mi padre estudió ingeniería eléctrica, y pensé estudiar otra cosa como física o astronomía, pero en todo momento la música fue más fuerte. Me siento muy afortunado porque tuve la oportunidad de cumplir mis sueños, de vivir y desarrollarme como músico en un lugar con una influencia cultural tan importante como lo es Europa, en particular Alemania.
Anteriormente has trabajado con Danor Quinteros, pianista del Concierto 5: “West Side Story, un amor de ciudad”. ¿Cómo es volver a encontrarse en un escenario como este? ¿Cómo ha sido su trabajo anteriormente?
Esta será la tercera oportunidad en la cual compartiremos escenario con Danor Quinteros. Hemos trabajado en conciertos de Chopin y Beethoven, y siempre me ha sorprendido su musicalidad y su trasparencia en el sonido, algo que lo define como uno de los pianistas chilenos más destacados, yo diría que de la historia de nuestro país. Musical y humanamente nos entendemos muy bien en el escenario, es una experiencia muy natural poder trabajar juntos.
Han pasado alrededor de 5 años desde que dirigiste a la Orquesta Filarmónica de Santiago por última vez, ¿cómo afrontas hoy esta experiencia?
Para mí es una gran alegría y un placer poder volver a Chile y trabajar con esta gran orquesta, la más importante del país. Se caracteriza por su excelencia artística y su gran versatilidad, la cual permite enfocarse en uno de los elementos más importantes de este programa: los colores musicales. Cada compositor exige perspectivas estilísticas llenas de virtuosismo, lo que hace de este programa y esta oportunidad para trabajar con la orquesta algo maravilloso y muy especial para mí.
Este concierto tiene piezas de compositores como Bartók, Gershwin, Ravel y Bernstein. ¿Cuál es el hilo conductor de este? ¿Cómo definirías estas piezas?
Cada una de estas obras fue en su momento la más representativa de cada compositor. Bártok cuenta en su correspondencia que El Mandarín Maravilloso es su obra más importante escrita hasta la fecha; Rapsodie Espagnole fue la primera gran obra sinfónica orquestada por Ravel, y marcó un hito en su labor creativa; luego West Side Story, que representa la cúspide de la capacidad creativa de Leonard Bernstein; y finalmente Rhapsody in Blue, la obra más popular de George Gershwin para piano solista. Es un gran programa lleno de obras representativas y muy potentes, que pocas veces pueden ser escuchadas en una sola noche.
Actualmente eres el director titular de la Orquesta Filarmónica de la Universidad de Dresden, ¿cómo es trabajar ahí?
Trabajar con jóvenes músicos es sin duda el mayor desafío que uno se puede imaginar para un director. Ellos son muy abiertos a ideas musicales, lo que hace el trabajo con ellos algo muy especial, pero no cuentan con la rutina y la experiencia de un músico profesional de orquesta. El proceso pasa a ser también una labor formativa, cuya dificultad consiste en ayudar a los jóvenes a resolver estos aspectos. Es un proceso de mostrarles el camino, cómo respirar, tocar y frasear juntos, igualar los colores y la técnica de ejecución, aprender a escucharse entre sí para reaccionar musicalmente de una forma más intuitiva y similar a la que uno tiene al hacer música de cámara.
Has sido profesor invitado en diferentes fundaciones y universidades. ¿Cómo es para ti el proceso de formación de nuevos directores orquestales?
La verdad es que siempre he tenido interés por la labor pedagógica en general, para mí es una forma de enriquecerme musical y humanamente. Sea la disciplina que sea, un docente siempre expande sus horizontes y aprende de sus alumnos. Antes de desarrollarme como director de orquesta fui ocho años profesor de violín en un conservatorio en Alemania, experiencia que me marcó y me entregó mucho como músico y persona. El trabajo con estudiantes se enfoca en la comprensión musical de las obras que uno dirige y el cómo poder trabajarlas frente a un grupo humano como lo es la orquesta, para llegar a una interpretación que represente de la mejor forma posible las intenciones del compositor. Para un joven estudiante de dirección es fundamental poder ejercitarse regularmente frente a un ensamble u orquesta bajo la tutela de un mentor.
¿Cuáles son los próximos desafíos de tu carrera?
Junto a mis compromisos como director invitado en diferentes orquestas de Chile y Europa, hay dos aspectos que para mí son muy importantes en la actualidad. Primero, seguir trabajando en la producción y grabación de música contemporánea de compositores chilenos, como en el caso de Tomás Brantmayer con su obra «Morbus Sacer», que comisionamos en Dresden. Segundo, seguir guiando a jóvenes directores de orquesta a través de mis cursos y clases magistrales en Alemania y Chile, gracias a actividades como esas fue que yo mismo pude avanzar y seguir desarrollándome como director. Un director joven necesita una orquesta para trabajar y un mentor que lo guíe en sus inicios, y para mí es muy motivante y satisfactorio poder retribuir lo que recibí y seguir cada año entregando mis experiencias a los directores jóvenes de hoy.
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