- Luego de ser premiado por el Círculo de Críticos de Arte por sus presentaciones realizadas el 2023, el pianista chileno será solista del Concierto 4: “Viaje a los Alpes”, espectáculo en el que interpretará el “Concierto para piano n.° 1” de Johannes Brahms. En esta entrevista nos cuenta más sobre su vínculo con esta pieza y la interpretación musical.
Por más de 15 años, Gustavo Miranda vivió en Estados Unidos. A pesar de que sus estudios y gran parte de su vida se desarrolló en Nueva York, su infancia la pasó en Chile, país en conoció el piano. Es el primer músico de su familia, sin embargo siente que desde antes de nacer, desarrolló un vínculo con este instrumento.
“Probablemente partí con la música antes de cumplir un año. La conexión que tengo con ella forma parte de mí”, menciona el artista. Él no encontró el piano. El piano lo encontró a él cuando tenía dos años. “En mi casa no había piano, por lo que conocí este instrumento en otro lugar”, recuerda. A partir de este vínculo comenzó sus estudios. “No fue fácil, pero era lo que sentía y estaba destinado a hacer”, sentencia.
En 2016 fue parte del Ciclo Grandes Pianistas del Teatro Municipal de Santiago, donde interpretó la Sonata n.° 29, Op. 106, “Hammerklavier” de Ludwig van Beethoven. Luego de 7 años, volverá a presentarse en este escenario con el Concierto para piano n°1 de Brahms, pieza que para Gustavo, va directo a la emoción de los intérpretes y del público.
¿Cómo es tu vínculo con Chile? ¿Qué se siente volver a presentarse en el Teatro Municipal de Santiago?
Antes de desarrollar mi carrera en otros países, pasé mi infancia en Chile. Aquí tuve una gran formación pianística con el profesor Miguel Ángel Jiménez. Después de eso, comencé a tocar en otros países. Fui a muchos festivales en Norteamérica, Canadá, Estados Unidos y estudié en Julliard School. Tengo un cariño especial por el escenario del Teatro Municipal de Santiago. Partí tocando conciertos aquí a una edad muy temprana. Es muy interesante volver, porque me reencuentro con un público que me ha seguido a lo largo de mi carrera y con otros que me conocen ahora.
¿De qué forma describirías esta pieza musical?
El “Concierto n.° 1” y el “Concierto n.° 2” de Brahms fueron escritos en años muy distantes, pero tienen en común que ambos son realmente sinfonías. La parte orquestal es mucho más sofisticada. Las obras de Brahms son de mucha nobleza, majestuosidad y de darse tiempo. Es realmente transportarse a otra época muy diferente. En este momento, que todo es instantáneo y rápido, Brahms nos lleva a una dimensión donde había tiempo para escuchar música. Este concierto es apagar el teléfono y viajar en el tiempo. También es un viaje a las emociones interiores de cada uno.
¿Sientes que de alguna forma tú también te transportas a otra época cuando interpretas este concierto?
No me transporto solo en ese momento, yo vivo en otra época. Vivo con esta música y con estos compositores en mi vida. Para mí el mundo exterior es un poco ajeno, porque estoy siempre en esta otra dimensión. Cada vez que voy a tocar un concierto, es muy emocionante ver al público y traerles ese mundo, transmitirlo y sentir que llega a ellos.
¿Qué esperas que los públicos sientan al asistir a este espectáculo y escuchar esta pieza musical?
Este concierto tiene mucha emocionalidad. Es una catarsis de Brahms por la muerte de Robert Schumann, su gran mentor y –casi– padre artístico. De esas vivencias emergió esta obra, por lo que el sufrimiento y la tragedia están en el concierto. Una de las cosas más claras que veo en la interpretación es cuando Schumann, en un intento de suicidio y con un estado mental muy deteriorado, se lanza al río y lo salvan. Este hecho está en el primer movimiento del concierto. La mano izquierda del piano es la corriente del río, mientras que el sufrimiento y el lamento está en la mano derecha. En el segundo movimiento llega el clímax. Casi al final, hay un río turbulento en el piano, mientras la orquesta simula a Schumann sobreponiéndose a la corriente. Eso es mucha emoción. No es una música pasiva, sino que va directo a la emoción de los intérpretes y del público.
A lo largo de tu carrera has tenido experiencia desde la dirección musical. ¿Cuáles son las principales diferencias con la interpretación?
Cuando estuve en Julliard School estudié dirección orquestal con el maestro Jeffrey Milarsky. En ese periodo dirigí piezas de Brahms y es muy interesante ver los colores que entrega la orquesta y cómo se genera una textura. Los músicos entregan una calidez y una conmoción al oyente. La dirección orquestal es un proceso de colaboración, es permitir que todos los músicos puedan expresarse y unificar ese sentimiento. El piano es un instrumento más bien de intimidad, es una conexión directa con la música. Yo he puesto de manera inconsciente todas mis emociones en el piano.
En el último año has tenido hitos importantes para tu carrera ¿Cuál crees que es tu próximo desafío como artista?
Acabo de terminar el ciclo integral de las 32 sonatas de Beethoven, pero incluí en el ciclo tres más que se publicaron de manera póstuma. También toqué las 36 variaciones sobre El Pueblo unido jamás será vencido del compositor estadounidense Frederic Rzewski. Tuve el honor de ser el primer pianista chileno en interpretarla. Es una obra para piano muy importante y el tema de la obra es de Sergio Ortega, un chileno. Ese tipo de proyectos me interesa hacer ahora. Me gusta exponer el repertorio en su totalidad, porque creo que a través de esa perspectiva se puede apreciar de manera distinta las grandes obras que ya hemos escuchado. Verlas desde otra mirada, en otra época, enriquece esa experiencia.
Has interpretado obras de compositores chilenos en otros países, ¿cómo ha sido esa experiencia?
En mis recitales en Nueva York tocaba mucha música de Pedro Humberto Allende. También hice un concierto en Taipei y toqué música de Enrique Soro. No sé si alguna vez se había interpretado una pieza de este compositor en Taiwán. He llevado música chilena a otros continentes y también he traído obras de otros países, que no se escuchan frecuentemente en Chile. La música es algo que une a todas las personas, es algo que trasciende todo tipo de brechas y eso es muy importante.
Desde la galería
Signo zodiacal: Aries.
Película favorita: Me gusta mucho Vértigo de Alfred Hitchcock. También me gusta la película Shine de Scott Hicks, que es sobre un pianista.
Serie favorita: Breaking Bad de Vince Gilligan
Un libro que te guste: Disfruto mucho como escribe Charles Rosen, es un psicólogo que escribe sobre música. Es muy difícil poner en palabras lo que ocurre en una obra musical y creo que él es uno de los que más se acerca.
¿Té o café? No tomo café, así que té.
¿Cantante o banda favorita? Escucho todo tipo de música. Disfruto de Los Beatles y Mercedes Sosa. También me gusta la música brasileña. Yo no creo que la diferenciación de la música clásica y la popular. Para mí es la misma forma de expresión.
Lugar favorito de Chile: Me gustan mucho los lugares de naturaleza que hay en Chile. Me gusta más la montaña que la playa. Tiene algo muy introspectivo.
¿Plato chileno favorito? Cuando me fui a vivir a Estados Unidos lo primero que eché de menos fue el pastel de choclo.